Cuando un cuerpo social se descompone, quiero decir cuando pierde la compostura, se le van cayendo las máscaras, y eso ocurre con el partido en el Gobierno y sus títeres. Pero hay un disfraz que nunca les falta, que no desaparece: el de la calumnia, el de las palabras. Por el contrario, les crece como un inmenso sapo que nos devora, como una lava que mancha y pudre, el mal uso de las palabras.
Escrache y represión | El País Semanal | EL PAÍS
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