Ana Botella y José María Aznar encarnan bien a cierta clase media española venida a más, venida desde los complejos, ese mal nacional que lleva, cuando se busca compensarlos, a hacer horteradas sin fin, de nuevo rico. Una boda en El Escorial con regalitos Gürtel. Paseos en el yate del millonario y playboy italiano Flavio Briatore. Aznar haciendo amistad con Silvio Berlusconi y visitando Villa Certosa, donde Il Cavaliere celebraba fiestas con prostitutas. O contratando, cuando era presidente del Gobierno, al bufete de abogados norteamericano DLA Piper por 1,6 millones de euros (dinero que pagamos todos los españoles) para que le hicieran una campaña en Estados Unidos con la que conseguir la medalla de oro del Congreso norteamericano.
febrero 4, 2014