No hay espacio para reformas. La esperanza sólo puede nacer de la insurgencia y la ruptura, pero casi nadie se atreve a decirlo. Es más fácil depositar una papeleta en una urna y esperar, pero el desencanto y la ira brotarán más tarde o más temprano, cuando resulte evidente que el reformismo sólo es un ardid del sistema para desmovilizar a los descontentos. Los gobiernos lo saben y por eso endurecen sus leyes. El pueblo trabajador debería prepararse para luchar y resistir. Nos hace falta una nueva Comuna de París.
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