Las personas racionales de todo el planeta se preguntarán cómo es posible que un país entero (incluidos el grueso de sus medios de comunicación y de sus académicos) haya podido librarse a tamaña aventura política locoide. Se volverán a plantear cuestiones que quedaron muy lejos en el pasado. Cuestiones que se tenían por contestadas, pero que exigirán ahora nuevas respuestas, si se ve que 85 años no bastan para hacer de Alemania un miembro cooperativo y normalmente dialogante de la comunidad de los pueblos del mundo.
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