La primera gran revolución del siglo XXI en el universo de los nuevos materiales es el grafeno, una lámina de carbono de un solo átomo de grosor. Es tan resistente que un gato podría balancearse en una hamaca de grafeno que pesaría menos que uno de sus bigotes y, además, sería prácticamente invisible, como explicó la Academia de Ciencias sueca cuando premió con el Nobel de Física (2010) a Andrei Geim y Konstantin Novoselov por su descubrimiento, en 2003.
Para comentar debe estar registrado.